Comunicar bien

Varias veces tuve que exponer frente a públicos diversos, en iglesias, en eventos de negocios, en eventos de tinte político o en distintas capacitaciones. No me considero un experto hablando frente a las personas ni tampoco un gran orador. Pero algo si aprendí y quiero compartirtelo.

En muchas de estas reuniones o eventos he notado lo siguiente. Muchas personas hablan de una manera que lo entienden muy pocos. Me explico. En entornos religiosos es común que quienes están en una plataforma utilicen palabras propias del microclima y cultura que allí se vive y respira. Si una persona entra por primera vez a una iglesia, en general, no entiendo lo que allí hacen, porque desconoce la jerga y lo términos coloquiales que allí se usan. Por supuesto no es su culpa, no tendría por qué saberlo.

En todo caso, los que se encargan de transmitir un mensaje, deberían ser lo suficientemente sagaces como para que lo que transmiten lo entiendan todos los presentes. Sin embargo, en un gran número de iglesias, no sucede eso. Porque se una un terminología “religiosa” y en clave evangélica que solo conocen los que allí asisten regularmente.

Por otro lado, también ocurre en el ámbito empresarial y técnico. Por poner un solo ejemplo. Muchos programadores o ingenieros que son expertos en un tema, les cuesta mucho transmitir eso que saben a otros. Porque se enredan en palabras y tecnicismos y cuando viene alguien externo no saben bien cómo transmitir eso que aprendieron.

Porque asumen que muchos ya saben cosas básicas. Entonces usan palabras técnicas que muy pocos conocen o tecnicismos propios de expertos y de personas que han pasado muchos años estudiando ese tema. Son muy pocos los que en verdad se ponen en el lugar del otro para saber si realmente está asimilando el “código” que yo estoy usando.

En eventos o campañas políticas, ocurre otro fenómeno que es que el orador suele hablar en un tono que está totalmente fuera de contexto del o que la persona está dispuesta o espera escuchar. Y muchos políticos hablan, en otra sintonía, no logran conectar con las personas, y digo personas, no audiencia, porque los ciudadanos no son meros espectadores de un discurso político.

En definitiva, lo que quiero decir, es que cuando comunicamos tenemos que hacerlo de manera que nuestro interlocutor nos entienda con claridad. No hay que usar palabras difíciles para parecer intelectuales, no hay que usar términos complicados para mostrar que sabemos del tema. La gente nota eso sin que recurramos a palabras “locuaces” o complicadas. Ahora, por supuesto, si tu público está lleno de intelectuales, es válido usar términos más académicos. Pero aún así, siempre es mejor, usar palabras fáciles de entender.

Tenemos que hacer el mensaje simple y entendible. Eso quiere decir que mientras usemos palabras mas fáciles de comprender mejor. NO hay que complicar el mensaje. Evitemos las muletillas propias de nuestro entorno, evitemos las frases echas, los lugares fáciles y las palabras inentendibles. Si hay palabras que explican un concepto es bueno que nos preguntemos si hay algún sinónimo que pueda expresar la misma idea de una forma más clara para las personas.

Las personas conectan muy bien con lo auténtico, lo simple y lo práctico. Es un principio muy simple.

El código que usemos en nuestra comunicación, tiene que ser lo más simple que podamos, para que el receptor no haga esfuerzos en tratar de entendernos. Simplifica tu mensaje, hazlo ridículamente fácil de comprender y de recordar.

Parece muy obvio esto que estoy diciendo pero si te pones a ver cómo se transmiten los mensajes, no lo es tanto. En ocasiones habrá que romper un poco los protocolos en pos de facilitar la comprensión del mensaje. Entonces será necesario hacerlo, por el bien de la efectividad del mensaje. El mensajero no debería ser un ruido de interferencia entre el mensaje y el receptor. Lo único que tiene que hacer el mensajero es hacerlo fácil

El mensaje no tiene que ser grandilocuente ni sofisticado, tiene que ser simple de entender y de poner en acción.

Cuando prepares un PPT, un video, un discurso o una imagen hacete la siguiente pregunta:

Estas palabras y esta forma que estoy usando, ¿Será fácil de comprender para quien me lea, escuche o vea? Si la respuesta es no, entonces tendremos que hacer nuestro mensaje más fácil de digerir.

Cuando termines de dar un mensaje te darás cuenta que la claridad y la simpleza son más importantes que la sofisticación.