Hace un tiempo publiqué un post en el que señalaba las calamidades de las políticas socialistas en América Latina. Un hombre, cristiano, me contesta: ¿Ahhh vos sos de derecha? Me quedé pensando la respuesta. De ese día me puse a “cranear” y pensar sobre este tema.
La definición de izquierda y la derecha ha variado a lo largo del tiempo. Incluso la comprensión de esa definición dependiendo el país puede ser diferente, ya que los actores son distintos en cada uno.
Por otro lado hay quienes alegan que estos términos son obsoletos y que pertenecen a otra época, y que hoy tendríamos que hablar de otras clasificaciones o “etiquetas”. Sin embargo, en algún punto, nos sirve de referencia para comprender dónde estamos parados los cristianos y en qué parte del espectro político se nos ubica o en el cual quisiéramos estar o no.
Al margen de lo que puede implicar hablar de esos términos hoy, hay algo que me preocupa bastante y es el hecho de ver a muchos cristianos muy alineados a diferentes posturas ideológicas (de izq. y de derecha) y defenderlas más que los principios bíblicos o su misma identidad como cristianos.
Por eso es importante que los cristianos comencemos a profundizar en el estudio de las escrituras en relación a varios aspectos, no hacerlo puede llevarnos a confusión.
En primer lugar, al margen de que estemos o no en política, nuestra principal identidad e identificación tiene que venir de aquello que somos como cristianos. Según las escrituras somos “hijos” de Dios, tenemos una ciudadanía “supra terrenal”, estamos sentados en “lugares celestiales”. (Efesios 1).
La escritura menciona en el libro de 1 Pedro 2:9. “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
Entonces, respondiendo a la pregunta de si un cristiano tiene que ser de derecha o de izquierda creo que la respuesta es ni. Y es ni porque tenemos que conocer a fondo nuestros principios.
En primer lugar, tenemos que definir nuestra identidad, y el “quienes somos” no responde a una categoría ideológica. No responde a una moda o tendencia cultural. No responde a una filosofía política o a un líder político.
Podemos encontrar en las escrituras los principios y la base de nuestra existencia como seres humanos. Tales principios trascendentes emanan de las escrituras, no de referentes políticos o libros de política, por más influencia que éstos hayan tenido en nuestra historia.
Ahora, alinearme a ciertos principios pueden derivar en una parte del espectro político, es cierto, pero lo más importante es saber quién soy yo. No soy de derecha porque creo en esto o en lo otro. Primero soy cristiano, hijo de Dios, de allí emana mi forma de ver y de actuar en el mundo. De allí es donde parte todo. “ Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2:10)
Veamos.
Suele asociarse, por ejemplo, al tema de la militancia pro-aborto a movimientos de izquierda, pero lo cierto es que hay partidos que uno los puede ubicar en el espectro de la derecha, en algunos países, que también apoyan o militan esta aberración. En ese caso no podríamos decir que el cristiano es de derecha porque es provida, aunque se lo suele asociar. Hay muchos sectores liberales (económicamente hablando), asociados con la derecha, que apoyan la legalización del aborto. Con lo cual no sería del todo cabal decir que estar a favor de la vida es estar posicionado a la derecha.
Pero al margen de las etiquetas. El asunto es comprender nuestra conciencia como “hijos de Dios” y no solamente tener una postura superficial de los temas. Si no tenemos una identidad clara de quienes somos en Cristo, vamos a querer identificarnos pasionalmente en alguna parte del espectro político.
Eso explica que haya personas que se metan en política y militen “a muerte” más una ideología política que la gran comisión que se nos ha conferido. Como hijos de Dios tenemos una gran comisión que es la de ser luz y alumbrar con el evangelio del reino. Y eso aplica para todos, estemos o no estemos en política. En el libro de 2 de Corintios Pedro mencionó lo siguiente: “Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios”.
Esto quiere decir que, en primer lugar, somos representantes y embajadores de un reino. Primero somos eso, luego podemos militar en un “espacio” pero nunca olvidemos lo primero.
Nuestra esencia
La carencia de identidad nos lleva inexorablemente a querer identificarnos con determinados patrones ideológicos y fanatizarnos a tal punto de enceguecernos. Por eso es importante que quienes se involucren en política, desde el ámbito que sea, tengan claro quiénes son en Cristo y qué principios tienen. Es clave profundizar en el estudio de las escrituras porque si no iremos a la arena política, o a la que sea, con una mezcla, con una ensalada de ideas en la cabeza.
La falta de entendimiento bíblico también hace que muchos cristianos busquen referentes en diferentes arenas ideológicas, las cuales, pueden parecer buenas, pero que escapan a enseñanzas cristo-céntricas.
Por ejemplo, algunos cristianos pueden identificarse con sectores conservadores y eso en principio puede parecer bueno. Pero ser un conservador no implica necesariamente alinearme a los principios bíblicos. También es cierto que dentro del conservadurismo hay varias vertientes, pero es un ejemplo. Ser un conservador no necesariamente implica mantener mi identidad como un “creyente” con una clara identidad en Cristo.
También es cierto que el cristiano es un “conservador” en algún punto, justamente porque quiere conservar y preservar un legado de principios y tradiciones que no debería negociar. En ese sentido al cristiano se lo podría ubicar a la derecha del espectro. Pero no se puede limitar solamente a eso.
Por otro lado, es muy difícil que un cristiano pueda simpatizar con las ideas de la izquierda radical, básicamente, porque la mayoría de sus postulados son anticristianos. La izquierda radical ha tomado las banderas del aborto, la ideología de género, la usurpación de la propiedad privada, la eutanasia, entre otros. Y no se pueden mezclar las convicciones en este punto donde la contraposición de principios es evidente. La izquierda, históricamente, ha tenido sus raíces en el humanismo. Es decir, poner al hombre como centro de la política, cuando la cosmovisión judeocristiana pone a Dios como centro, no al hombre.
Ahora, también es cierto que uno tiene que definirse en sus convicciones y valores y luego estará en los demás como me quieran etiquetar. Tales convicciones me harán luchar sanamente por aquello que considero correcto. Esas convicciones son la base de la pasión, pasión que me permitirá levantar diferentes banderas que irán alineadas a los principios bíblicos.
La pasión, en sí misma, no es mala. Puedo apasionarme por ciertas ideas y luchar por ellas si considero que son las correctas y que traen libertad a los individuos y las familias. William Wilberforce, por ejemplo, fue un hombre apasionado, él creía que había que pelear hasta el final para abolir la esclavitud. Su valía y osadía fueron necesarias para combatir esa terrible realidad desde la política.
Esa pasión será firme pero no será irracional, esa pasión no será ciega ni me hará odiar ni pelearme adrede con la gente. El problema con las posturas ideológicas llenas de fanatismo es que las personas terminan más enamoradas de sus ideas que del mismo Señor. Allí es donde aparecen el liberalismo, el peronismo, el antiperonsimo, el macrismo, el chavismo, el petrismo, el correísmo, el mileismo, el trumpismo y todos esos ismos que, en ocasiones, nos nublan el enfoque y nos desenfocan de nuestra verdadera identidad.
El libro de Santiago 4 lo dice claro:
¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?
Si puedo comprender que pertenezco a un gobierno que es superior, que está por encima de los gobiernos terrenales y las ideologías temporales entonces podré comprender que no estoy “fascinado” con ninguna ideología de derecha o de izquierda. Mi ciudadanía es superior, es mayor. El gobierno al cual yo pertenezco es de “arriba”, porque comprendo que “el cielo gobierna”.
Esto no implica tener un pensamiento mágico ni místico alejado de los posicionamientos que ya conocemos. Implica que sé quién soy, a qué reino pertenezco, quien es mi Rey. Por lo tanto, no me enamoro de esas ideologías ni me dejo fascinar por ellas.
Notemos que el cristianismo propone que seamos claros en nuestros principios y valores. Porque son verdades que traen prosperidad y que exceden a lo que somos nosotros. Y pelearemos por esos principios, sea que militemos en algún partido o no. Lo haremos con la mayor convicción y determinación. Pero eso nunca nos cegará de tal manera que yo empiece a insultar o calumniar a aquellos que no coinciden ideológicamente conmigo.
Los que están en política
Ahora, aquellos que trabajen en política (por una cuestión partidaria y comunicacional) seguramente precisen identificarse en alguna parte del espectro político y eso está bien, pero lo haremos siempre sabiendo donde está nuestro enfoque y nuestras convicciones. Si querés “vender” y “comunicar” que sos de derecha está perfecto, pero tené claro que esa no es tu identidad ni eso te define en tu esencia.
Partir de lo que nos define.
Hoy se habla mucho del globalismo y de sus graves peligros para las democracias y, en definitiva, para el ciudadano.
Y nosotros, como cristianos, lo sabemos, pero no somos necesariamente anti globalistas. Me explico. Nuestra postura no parte de la premisa negativa. No somos antiaborto. No somos anti-lgbt. La sociedad no debería conocernos solamente porque nos oponemos a algo. Nosotros primeros somos, luego actuamos. Primero somos y, como partimos de la premisa de que SOMOS, luego actuamos.
Partir de la premisa de que SOY, me va a permitir ser más proactivo y propositivo. Ese es el enorme beneficio de saber QUIEN SOY. Partir desde nuestra esencia nos va a permitir tener una mente más amplia para generar soluciones y no solamente oponernos a ciertas agendas.
Cómo nos ven de “afuera”.
En general, estos últimos años se ha visto ligado a los cristianos evangélicos con la “derecha”. No solo ha ocurrido en países protestantes como Estados Unidos. Si bien hay sectores del liderazgo evangélico que, por su trabajo social, muchos los asocian con la izquierda, lo cierto es que, por el avance del progresismo y políticas afines, el eco de la lucha evangélica ha sobresalido con los temas del aborto, la ideología de género, la eutanasia, la destrucción de la familia natural, el adoctrinamiento educativo, etc. En ese sentido desde muchos sectores progresistas se asocia a la “iglesia evangélica” como un sector de “derecha”.
Pero lo más importante no es cómo nos ven desde afuera sino cómo nos vemos nosotros y qué acciones vamos al respecto.
La oración de Jesús fue “venga tu reino”. Que esa también sea nuestra oración. Que tengamos tanta predisposición a honrar al REY y que eso nunca nos haga olvidar que hay un reino superior a todo lo terrenal. Que hay un gobierno supraterrenal y que le pertenecemos al REY. Que podamos tener más pasión por extender SU reino antes que nuestras miradas políticas.