El orgullo se manifietsa de diferentes maneras.
El pobre puede ser orgulloso y el rico puede ser orgulloso. El orgullo no es propiedad de una clase social o grupo específico de pertenencia.
Hay orgullo en los niveles más bajos y en los niveles más altos.
Hay orgullo en gente preparada y hay orgullo de gente sin formación. En la gente sin formación ese orgullo se puede manifestar en forma de terquedad.
El orgullo es un claro impedimento para que podamos recibir la ayuda de otros y trabajar en equipo. El orgullo es un claro impedimento para que podamos recibir las mejores bendiciones.
La persona que tiene orgullo le cuesta mucho trabajar en equipo, porque se sabe superior al otro, internamente, muchas veces, lo desprecia y no lo valora.
El orgullo es una máscara que nos impide ser quien verdaderamente somos. El orgullo reviste a las personas de dureza, frialdad y un sentido de superioridad que no siempre se manifiesta de forma externa.
He visto gente orgullosa con dinero y sin dinero. En cierto ámbitos hay personas que se creen que son más que otras. Tienen una sensación de que ellos tienen más valor que los otros. Hay jefes con actitudes déspotas y de orgullo. Eso es lamentable.
El orgullo hace que las personas no piensen con cordura y mesura. El orgullo es un cruel emperador que siempre intenta imponer por la fuerza y la agresividad sus ideas.
El orgullo se disfraza y se maquilla, muchas veces, está solapado. El orgullo se disfraza de crítica voraz contra los demás. El orgullo, a muchas personas con formación, les da un falso sentido de seguridad y les hace sentir que están en un pedestal por encima de aquellas personas que no tienen la misma formación que ellas.
El dinero, también puede ser una vía para que muchas personas sientan que son más que otras.
El poder, también puede ser una vía para que se exprese tal actitud.
El orgullo, en ámbitos religiosos se manifiesta con un falso sentido de superioridad moral y espiritual. Esa persona considera que porque practica mejores hábitos “espirituales” que lo demás cree que tiene un “aire” superior al resto.
El que vive con orgullo no quiere reconocer su errores. Es así como muchas gente camina desorientada, sin dirección y de fracaso en fracaso. Esas personas no quieren ver sus errores, siempre culpan a los demás de sus fallas.
El orgullo es tentador porque nos muestra como gente superior, intachable, nos provee un lindo disfraz para mostrar, pero es una estafa. El orgullo trae problemas porque el orgulloso no ve sus errores, por lo tanto, no los corrige y se hunde por el espiral de la ignorancia.
El orgullo es el padre de la derrota y es el maestro de los tiranos.
El orgullo me sienta en una posición rígida, dura. El orgullo me puede volver terco y rígido en mis posturas.
Pero las personas sencillas no son rígidas en sus ideas, no son inflexibles, por el contrario. Son personas sabias, empáticas y flexibles al cambio y la corrección.
Pero el orgulloso nunca quiere rendir cuentas y quiere hacer todo por si mismo. NO quiere reconocer que necesita ayuda.
Hay muchas personas que se tragan el dolor cuando saben que pueden recibir la ayuda de otros. Eso es porque hay orgullo, de manera que eso nos impide ver el mapa completo, en el cual encontramos mas respuestas que inconvenientes.
He visto a la gente caer en descrédito por orgullo, por no recibir un consejo a tiempo, por no dejarse ayudar, por no buscar la ayuda de expertos.
El orgullo hace que te aísles a trabajar solo y que pienses que puede hacerlo todo solo. Nada mas insensato.
Las personas sabias saben que para lograr cosas fuera de serie se necesitan personas, equipos y recursos para llevarlas a cabo.
Las personas humildes se sientan a los pies de otros para aprender y mejorar lo que están haciendo. Nadie es Rambo para dársela de héroe y pensar que se pueden hacer cosas grandes de manera solitaria.
En ámbitos de poder y de fama el orgullo tiene un siniestro aliado, la reputación. Ésta última seduce a los frágiles hombres diciéndoles que su reputación es más importante que pedir ayuda. Por eso muchos hombres y mujeres de la vida “pública” no quieren dar a conocer sus falencias y vulnerabilidades porque creen que pierden poder. entonces aparece el orgullo y la falsa idea de que tienen que cuidar una reputación que no tienen.
Si nos encontramos en esa vereda es necesario cambiar. La humildad es el camino hacia la grandeza, el orgullo, por el contrario, pavimenta el sendero del abismo y los fracasos.
Las mentes más brillantes son las más humildes para reconocer, aprender, adquirir sabiduría y seguir avanzando.