¡Respirar profundo y seguir adelante!

El otro día me crucé a una mujer en el hospital que estaba sufriendo mucho porque su esposo tenía una enfermedad terminal, los médicos lo habían desahuciado. Esa mujer ya no tenía esperanza.

¿Cómo se hace en esos momentos para seguir y ver algo buen en medio de esos diagnósticos?

El hospital es un lindo lugar, no solo para ver la necesidad de los demás y brindarles una mano, sino para darnos cuenta de lo frágil que es la vida. Es en esos lugares donde la esperanza emerge como un firme baluarte, allí donde la razón ya no ofrece respuestas.

Si. La esperanza no abandona, la esperanza no afloja. En los momentos difíciles de la vida solo hay que frenar un poco, sacar el pie del acelerador, ver un panorama favorable, aunque la “realidad” pueda indicar lo contrario.

Cuando los momentos crudos llegan hay que respirar profundo, mantener el aire unos dos segundos, soltar y seguir. En realidad, el hecho de respirar profundo implica que le estamos diciendo a nuestro organismo que tiene que calmarse, serenarse y confiar.

Los psicólogos y algunos terapeutas recomiendan la respiración profunda como una forma de calmar la ansiedad y ponerle un stop al estrés. El punto es que podamos decirle a nuestra mente que todo lo que a nuestro alrededor insinúa derrota y dolor podremos procesarlo de una forma diferente si logramos hacer una “pausa”, calmarnos y ver las cosas de otra manera.

Cuando las cosas no salen bien, cuando los fracasos amenazan, cuando todo parece salir mal, cuando acecha la enfermedad, la pérdida, la ruptura y la crisis financiera. Cuando el cielo parece volverse cada vez más gris, cuando las tormentas arrecian y no parecen dar tregua.

Entonces es necesario respirar profundo, estrechar la mano de la calma, la bonanza y ver las cosas de otra manera. La mayoría de las crisis son pasajeras, hay otras que requieren más temple, sabiduría y “otra cabeza” para poderlas atravesar.

Pero siempre se sale, “todo pasa” dice un viejo dicho, y hay una parte de verdad en ello.

No todo lo malo que vivimos es malo en sí mismo, porque todo aquello que vivimos como experiencia negativa podremos resetearlo y transformarlo en bendición. Todo lo que parece pérdida puede ser el inicio de algo más lindo y maravilloso luego. No todo lo que hoy es “negro” será siempre así.

Es más, los momentos críticos te enseñan y te brindan las mejores lecciones, te vuelven más empático con el dolor de otros. Cuando creas que no se puede, cuando creas que el horizonte es cada vez más negro, te recuerdo: la noche pasa, siempre, y el amanecer llega, sí o sí.

Así, como no podremos impedir la llegada de la oscura noche, tampoco podremos evitar la llegada del alba y del nuevo amanecer. El sol vuelve a salir, aunque ahora sea de noche.

La naturaleza misma nos enseña que la vida tiene ciclos y que, en cada uno de ellos, tendremos algo que aprender y adquirir como sabiduría.

Alguna vez, cuando manejo el auto de noche, me ha tocado pasar por túneles oscuros, donde casi no hay luz, no se ve nada, solo las propias luces del auto. Pero todo alrededor es literalmente negro. En ese momento uno se puede asustar un poco porque no sabe sobre qué terreno está manejando. Pero al instante se da cuenta uno que solo serán unos segundos, y que luego saldremos a la luz de la noche. Es solo un momento y la oscuridad se va tan pronto aparece la luz.

Esa luz en nuestra vida es la misma esperanza que puede susurrarnos más fuerte que nuestros miedos y ansiedades. Esa voz que nos dice que todo va a estar bien, que ese túnel sombrío pasará y solo será un recuerdo de ese viaje.

Cierra los ojos, respira profundo, mantén el aire unos segundos, suelta el aire, abre los ojos y sigue adelante. ¡Se puede!

Omar

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